Existen personas que todo lo que cae en sus manos, lo consiguen. Se incorporan a las empresas más importantes y ocupan los más altos cargos directivos en poco tiempo. Se rodean de talento y consiguen los mejores resultados. Y te preguntas: ¿Cómo lo hacen? ¿Y cómo puedo tener éxito?
La respuesta está en la transformación humana, una habilidad que se puede aprender y que necesitamos hoy más que nunca. No sólo para hacernos avanzar en la vida. Es la base de la agilidad, para que podamos adaptarnos a la velocidad del rayo a las condiciones siempre cambiantes de nuestro mundo. Es la única manera de lograr el crecimiento y los mejores resultados.
Pregúntate: “¿Para qué he sido destinado?”.
Algunos expertos creen que la transformación se desencadena bien por un “apuro irresoluble” (crisis) o por una “experiencia prolongada de sentido” (profunda percepción). Ambos son difíciles.
Para no tener que esperar una crisis primero, pregúntate “¿Para qué he sido destinado?” de una vez. No es tan fácil, porque la búsqueda del sentido de nuestras acciones es igualmente la búsqueda de nosotros mismos. Para ello, tenemos que reconocer quiénes somos y perdonarnos a nosotros mismos: sólo así conseguiremos un mayor impacto. Sin embargo, aquí nos encontramos con un obstáculo importante:
Cómo encontrar el camino hacia la transformación humana
El camino hacia nuestro yo está pavimentado con diferenciaciones, por ejemplo, entre la deseabilidad social, nuestra imagen y nuestro yo. Cuando reconoces esta distinción, ya estás pagando la mitad de la batalla en tu camino hacia un mayor impacto.
Deseabilidad social: La deseabilidad social determina nuestras vidas. Se encuentra en las normas y valores de nuestra sociedad. ¿Qué se espera de nosotros?
Por sí mismo: Enfrente está nuestro yo, nuestro núcleo más profundo. Si queremos reconocerlo, tenemos que descubrir para qué hemos sido destinados.
Pero en el camino nos encontramos con nuestra imagen, la imagen de la persona que nos gustaría ser.
A menudo confundimos nuestra imagen con el yo. Pero mientras permanezcamos ahí, bloquearemos el crecimiento real: es cuando nos rodeamos de personas que nos validan y evitamos el examen crítico de los demás y de nosotros mismos.
Si notas una discrepancia entre estos lados de ti mismo, entonces probablemente ya sabes lo agotador que puede ser vivir en la deseabilidad social o estar atrapado en la imagen, y simplemente no llegar a ti mismo.