Los últimos avances en neurociencia han posibilitado identificar las funciones del cerebro y de sus respectivas conexiones neuronales y con ello dar un mayor conocimiento de su interacción con las diversas estructuras y áreas cerebrales que gobiernan nuestro estado de ánimo. Dichos avances favorecen en gran forma el desarrollo de la IE.
Con ese respaldo científico los investigadores que fundamentan la IE sostienen que su concepción multidimensional de la inteligencia proporciona una visión más rica y amplia del potencial de las capacidades del ser humano, que la que proporciona la teoría del CI, ya que esta última plantea que la inteligencia es una capacidad genética innata y que no puede ser modificada sentenciando con ésta información el destino de las personas que según ellos se halla de antemano delimitado por su CI.
En cambio el modelo de la IE, expresa que el CI no es el único factor que indica la capacidad del sujeto humano, ya que existe todo un conjunto de habilidades que se pueden aprender, basadas en los sentimientos y las emociones: El autocontrol, el entusiasmo, la automotivación, la empatía, etc.
La empatía en la docencia hace referencia a la empatía del profesor a la empatía de los alumnos. Una de las formas del desarrollo de la empatía es la mimesis. El alumno aprende por imitación, siendo su profesor un modelo de comportamiento a seguir. Esta es la justificación de que centremos nuestra atención en la persona del docente. Un profesor empático generará empatía en sus alumnos y tendrá los recursos necesarios para desarrollar esta capacidad en cada uno de sus alumnos.
El docente debe conocer los mecanismos que rigen el desarrollo de la capacidad empática e incluir el desarrollo de esta capacidad en su programa de clase. El realizar trabajos en grupo es una forma de estrechar lazos, de enseñar a los alumnos a compartir experiencias, a ayudarse, a conocerse, y a aceptarse los unos a los otros.
Fuente: Extracto del diplomado en Docencia Universitaria.
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