Por un lado, la planificación organiza las situaciones de enseñanza-aprendizaje, generando los estímulos necesarios y propiciando la motivación necesaria para que el aprendizaje se lleve a cabo con el mínimo esfuerzo y la máxima eficacia.
 
Por otro lado, es necesaria una programación más concreta, la misma reside en la preparación del trabajo que se va a desarrollar en cada sesión docente. Tanto las clases teóricas como las prácticas demandan una planificación específica, la cual debe definir las diferentes etapas a desarrollar, así como la ordenación y coordinación de las actividades a realizar.
 
La planificación se concreta en un documento escrito o plan, que incluye la elaboración del programa de la asignatura. El programa académico es definido como el conjunto de especificaciones y estrategias que realiza el docente o grupo de docentes (agrupados en un Departamento o Área de Conocimiento) de cara al aprendizaje y mejora de actitudes de los alumnos en el campo específico de una asignatura.
 
Por cuanto, el proceso de planificación demanda un meticuloso análisis y la toma en consideración de unos principios para su aplicación eficaz. La planificación del proceso de enseñanza-aprendizaje, tomando como referente a Valverde (1990), debe exponer las siguientes características:
 
a. Flexibilidad: Todo plan debe ser posible de adecuar a las circunstancias y prever alternativas.
 
b. Realista: Adecuado a las restricciones materiales, temporales, capacidades de los estudiantes y a las condiciones concretas en las que se desarrolla la enseñanza.
 
c. Preciso: El plan debe ser puntual, presentando indicaciones exactas sobre el modo de actuar. Por cuanto, las líneas generales de actuación y los objetivos generales deben precisarse en una secuencia de acciones concretas.
 
Fuente: Extracto del diplomado en Docencia Universitaria.